8 de noviembre de 2011

Crónica de un día en el Martin Kronlund

El pasado fin de semana 29 - 30 de octubre, tuve la suerte de disfrutar de uno de los eventos más importantes de la Orientación en este país, el XXIV Trofeo Internacional Martin Kronlund 2011.

Martin Kronlund fue profesor de esgrima de la Universidad Politécnica de Madrid y la persona que introdujo en España el deporte de la Orientación, de ahí la relevancia del evento y la cantidad de participantes que atrae. Además, formaba parte de una prueba de la Liga Nacional Española de Orientación.

Para mí, todo comienza un par de días antes, cuando decido comprar el billete de avión y disfrutar de un puente largo en Madrid, (ciudad de la que estoy enamorado desde que viví en ella, hace ya cuatro años), desde ese preciso momento ya empiezan las mariposas en el estómago y las ganas de disfrutar del ambiente de la Orientación.

El jueves antes de la carrera consulto la web de la FEDO y veo que mi hora de salida es las 10:37 (me gusta!!!), hablo con un amigo que vive en Madrid y me comenta que ha bajado mucho la temperatura y la peor de las noticias: está lloviendo.

“Genial...” pienso “bastante complicado es correr e intentar leer un mapa en seco, como para ahora, tener que hacerlo en mojado”.

Ya en casa, me planteo qué material y qué ropa llevar..., correr con chubasquero me parece una tontería, siempre acabo empapado, la única duda era correr con manga larga o corta, así que meto una de cada y listo (que cómodo es no volar con Ryanair).

Llega el viernes y aterrizo en Madrid sobre las 23:00 horas, a la salida del aeropuerto me espera Víctor (mi anfitrión), intento contarle algún chiste para que me sonría y se le olvide la hora y pico de retraso que tenía el vuelo, de camino a su casa le digo que tengo hambre y me dice que la nevera de la casa está mas vacía que... (me dijo algo de Chiquito de la Calzada, pero no me acuerdo, debía de ser malo), paramos en un sitio de comida rápida y me llevo algo de cena a su casa.

Víctor, en un momento de la cena me dice que al día siguiente me acerca a la Casa de Campo (lugar de la competición y el primer mapa de Orientación que se realizó en España), que no tiene planes y así aprovecha para hacer cosas a primera hora, quedamos en el salón sobre las 7:45, me meto en la cama sobre las 2:00, estoy algo nervioso.

Me levanto, miro por la ventana y el cielo está despejado, eso sí, hace mucho frío.

En ese momento y mientras desayuno me doy cuenta de las ganas que tengo de correr, comienza mi particular odisea (quizás por eso de llamarme Ulises)...

Ya en el coche, Víctor me dice;

  • ¿A qué zona de la Casa de Campo vas?

  • Buena pregunta, recuerdo ver en internet un mapa para llegar a la salida, pero no lo imprimí, da igual, tu déjame por el zoo que seguro que hay gente.

Y claro que había gente, sobre las 8:00 de la mañana de un sábado y en la Casa de Campo de Madrid, adivinen de qué estaba lleno... me puse a caminar congelado de frío, mientras pensaba;

    ¿Cómo se me va a olvidar imprimir el mapa para encontrar la salida? y lo que es más importante ahora, ¿cómo hacen estas chicas para no tener frío?

Nada de nada, no encuentro a nadie con “pinta” de orientador, continúo caminando sin dirección fija hasta que por fin veo una cinta de balizar y me pongo a seguirla... y tanto que la seguí, pues unos dos kilómetros después llego al punto de salida de la carrera, pero no al centro de competición, donde te dan el dorsal, no, no, estoy en el triángulo de salida, ufff me he equivocado, tenía que haber seguido las cintas de balizar hacia el otro lado...

A todo esto ya era tardísimo, estoy a unos tres kilómetros de la zona de competición y ya empiezo a ponerme nervioso, me pongo a trotar hacia la salida y de repente oigo a alguien que chilla mi nombre... que alegría, me encuentro de frente (de camino a la salida) con Sonia (entrenadora de la selección escolar de Galicia) con la que he coincidido en varios “Campeonatos de España en Edad Escolar”, me comenta que era la primera corredora en salir y que me queda un kilómetro para llegar.

Casi cinco kilómetros me he hecho el sábado por la mañana por la Casa de Campo, congelado, con la mochila a la espalda y sin haber tomado la salida, esto no empieza bien, ya estoy cansado. Al llegar a la zona de competición me sorprende la logística del evento, cientos de corredores calentando, zona de llegada, carpas con tiendas, zona de dorsales, zona infantil, avituallamientos...

Rápidamente recojo el dorsal, me preparo, y me dirijo a la zona de salida, por el camino me encuentro a viejos amigos, empiezo a sentir los nervios y las ganas de orinar que siempre me entran antes de una carrera. En la zona de salida nos agolpamos unos cincuenta corredores, yo miro atónito las equipaciones de los distintos equipos y en especial la de un guiri (con cara de escandinavo), y con una pinta de correr más que... (aquí debería ir otro chiste de Chiquito), quedan cinco minutos...

10:37 marca el reloj adelantado de la pre-salida, limpio la pinza electrónica, me comprueban el dorsal y entro en zona de salida, tengo un minuto para coger la tarjeta de descripción de controles, vuelve a sonar la alarma y me sitúo al lado de mi mapa (boca abajo), después de los tres pitidos lo agarro y empieza mi carrera.

Intentando orientar el mapa, me dirijo al triángulo de salida, marcado en el terreno con una baliza sin base para picar, desde aquí empieza la orientación pura y dura, lo primero que veo es que la escala es 1:15000, no estoy muy acostumbrado a esta escala, oriento el mapa y corro hacia el primer control (siempre he pensado que es el control más psicológico), noto pocas curvas de nivel pero llego bien, pico y sigo, el segundo control aparece bastante lejos indicando que tengo por delante una larga navegación, no pierdo mucho tiempo pero me doy cuenta que aquello está lleno de sendas, caminos, pistas..., vamos, un lío.

Entre el segundo control y el tercero me doy cuenta que algo falla, tengo una pista de tierra a mi derecha que no sitúo en el mapa, me paro en seco y pienso “mierda”, así y todo estoy orientado y sigo corriendo en la misma dirección, de repente otra pista a la izquierda que tampoco está en el mapa... bajo el ritmo e intento entenderlo, me doy cuenta que aunque lo parezca, no son pistas, son cortafuegos y por lo tanto estan representados de otro color (aunque en la realidad se vieran rodadas de vehículos)

Me alivió bastante darme cuenta y continúo mi carrera hasta el control número siete, donde cometo un fallo que me hace perder bastante tiempo. Es increíble como la mente humana puede hacer que veas lo que necesitas ver, el control está situado en una hondonada en medio de varios cruces de cortafuegos, yo pienso que corro por uno de ellos pero en realidad no es así, cuando me doy cuenta intento resituarme y volver atrás, pero a cada cruce que me encuentro, la mente me juega una mala pasada y pienso, sí, sí, es este seguro...

Continúo la carrera con la moral un poco tocada, los siguientes controles son bastantes más técnicos y rápidos, pero no encuentro mayores complicaciones, cerca del control 14, tropiezo y caigo, un corredor de otra categoría que pasaba por allí me pregunta como estoy... - “bien, bien” respondo, intento recomponerme como si no hubiese pasado nada, pero a los 20 metros ya noto que el tobillo derecho no piensa lo mismo que yo.

Ya no queda mucho, oigo de lejos la megafonía de la zona de llegada, siento una mezcla de alegría por “estar terminando la carrera” y tristeza por “estar terminando la carrera”, los dos últimos controles los hago con una media sonrisa en la cara, aquello esta terminando, al control 100 (última baliza), llego junto con un chico de unos 18/20 años, de ahí a meta nos queda esprintar unos 100 metros balizados, en los que me saca unos 150 metros... increíble como corre.

Termino contento, he realizado 1:17:54, estiro, me siento, me hidrato... me doy cuenta que lo mejor no ha sido la carrera, lo mejor ha sido toda la experiencia vivida, la mezcla de nervios, emoción, “ulisión”... que llevo viviendo desde el día que me planteé venir a correr el XXIV Trofeo Internacional Martin Kronlund 2011.

Me queda O-rientarme para salir de aquí.

Volveré...


5 comentarios:

  1. jajajaja, Uli tienes que ponerte al día con los chistes de Chiquito jorrr!!! jejeje.
    Sigues siendo todo un titán. Me alegro que la experiencia fuera genial. Un abrazo y espero verte pronto.
    "yo tengo la compostela buena... y tú???" jeje
    Un abrazo
    Fran

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  2. Muy bonita la historia, dan ganas de practicarlo. Eres un tío muy, muy grande, aunque os sepas chistes del Chiquito, deberías cambiarlo por loroooos
    Espero veros pronto!

    Emilio.

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  3. Hola Ulices, soy Elisa. Me encanta la historia, seguro que te lo pasastes genial. Para cuando la siguiente carrera ¿?

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